lundi 28 novembre 2011

la cortesia y la carne (10) vanitas


la imagen está tomada por el autor en su taller

la banda sonora de este capítulo, para invidentes, para posibles analfabetos, con mis respetos, o para quien quiera oirme, se encuentra en este enlace


les aconsejo, si no, volver siempre a la imagen, y si posible ponerse en presencia constante de la visión y del sonido


Escucho Amy Winehouse y entonces, sobre una estatua funeraria francesa, conforme atravieso como de costumbre el Père-Lachaise para venir al taller, se me ocurre dibujarla con toques de color marrón brillante y rosa, más azul para maquillar la sombra de los párpados y amarillo para adornarla de oro, sobre una imagen femenina recostada, pensativa y como sonriendo de lo que piensa, que se encuentra en una escultura funeraria de la iglesia de Santa Catalina. Al mármol incoloro se añade que la foto de la escultura es antigua y en rotundo gris y blanco y negro. Me digo que se lo voy a mandar como postal por facebook a mis amigos músicos, y que es fan art, pero al mismo tiempo tengo en mente la sintomática Simonetta Vespucci que tanto aparece en el arte florentino que sucedió a su muerte prematura.

Me digo que Amy está fuera de juego para mí, que se trata de un guiño a personas femeninas y artistas que me rodean hasta el punto de ser la única gente con la que trato. Como don Giovanni en la ópera de Mozart, tengo mi propia lista. Al mismo tiempo tomo conciencia de que puede ser que deba agradecerles como una gracia profesional hacia mí que me dejen dar visibilidad a mi trabajo, tan horny, tan crazy cock. Así que mi postal de Amy Winehouse, con los paseos por el Père-Lachaise casi a diario, me llevan a lo que es el fondo de la canción, el treno, el canto fúnebre a la Muerte en sí misma. Dicen que es una temática muy española. Y de Nueva Orleans : Back to black.

El silencio es la piel, el punto de contacto entre carne y cortesía.

A más razón que aquí somos todos políglotas, en esta especie de paraíso que es París, como lo puede llegar a ser la aldea global en sí.

Lo particular que nos sitúa en el amor cortés y no en la pura chufla vital de Quevedo (a pesar de su notoria elevación como hombre de letras y de corte), es el hecho de que cuando yo, por ejemplo realizo retrato femenino, suele ser fan art con tanta propiedad como la postal de Amy Winehouse coloreada con pastel Sennelier y fijada con laca. Los retratos al óleo, algunos de los dibujos a lápiz, suelen ser oportunidades casi de paparazzi en tanto que las mujeres que me rodean están todas tejiendo su propia leyenda para los siglos por venir. Si consigo además que Alexandra Varrin pose, ella que es rubia y con un físico adolescente, y que escribe literatura de sex symbol con revuelta filosófica (algo que antes sólo se veía a esa escala en alguien como Anaïs Nin, o si me apuran en Elsa Triolet, la mujer de Louis Aragon), tendré lo más cercano a una Simonetta Vespucci canónica. Pero me digo que mis primeras Simonettas fueron las Dark Simonetta, imaginarias o reales, dark en tanto camerunesa la escritora y periodista, tan guapita ella, Julie Oyono (Juline B), o dark en tanto modelos de sadomaso, como la novelista y crítica de cine y literatura Dahlia (Chloé Saffy), o dark por el lado punk, por el lado burroughsiano y nihilista en el caso de la israelo-francesa Marie-Agnès Michel.

Poco a poco vuelvo a mirar los retratos y desnudos de Eve Livet, mi pareja, y nada dark, en tanto que también son fan art, por lo que de leyenda underground de la fotografía tiene ella en su trabajo artístico. Dejando en suspenso el carácter crítico y políticamente molesto de alguno de sus libros. Sus fotos suscitan pasiones, y han sido sometidas por ella misma a severas cuarentenas. Una artista que se pone la dificultad máxima en el aspecto técnico, que es trabajar con negativos y con cámaras antiguas de difícil y sobre todo dispendioso manejo. Y eso con una situación de silenciamiento y de aspereza social que tocan de cerca la gran soledad. La propia reflexión de la muerte, no sea que empezando por sus fotos recientes de tauromaquia, pero desde hace décadas, remontando a los desconcertantes bodegones en blanco y negro donde el ingrediente teatral y como de juego, de seducción claramente cuando enseña su bellísimo pie, introduce el algo de canción de mujer que tiene en ella la poesía fúnebre. En la pura tradición de su actual barrio, Ménilmontant, donde han vivido Edith Piaf, Barbara, y todas las grandes, antes y después del paso por la música del Existencialismo...

Quizás en ese aspecto mi pintura, en una lectura musical, es un Hymeneo, donde la esposa, sobre la que se inclinan fascinadas o envidiosas las otras Hijas de Salomón, es la Esposa del Cantar de los Cantares. Nigra Sum sed Formosa. Dark Simonetta vendría a significar que aunque no lo parezca, la cortesana más memorable es la mujer con la que se vive, y quizás por eso realicé algunas obras muy explícitas en las que yo mismo aparezco en el cuadro en plena copulación o en alguna otra postura de la relación sexual. La cortesía vendría a consistir en la extraña Providencia que rige la verdad y la mentira. Cómo se cae definitivamente en la verdad cuando se elige la obra de arte como memoria... Ja, ja, ja, pero estoy hablando casi como si hablase desde la tumba, como pinto.

Escribir es hablar con las manos. Y solamente es cortés cuando media el juego de silencios de la música y la rítmica. Hay qué saber qué música se escucha cuando se mira una pintura, incluso cuando se escucha lo que alguien dice.

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