Querida tía Sofi :
No creas que no le ando dando vueltas a la espiritualidad de la Madre Santa Bonifacia, sobre cuya beatificación me pones al corriente. Me intereso de cerca en la santidad del trabajo sin ser del todo consciente, desde la condición ambigua del trabajo actual de artista, que se sitúa entre el ocio y el oficio. El artista siente estar huyendo de la condición del trabajador. Piensa que el trabajo estadísticamente contabilizado como tal, salvo si está muy bien pagado, es una rutina de gestos que humillan y en definitiva en nada diferente a una esclavitud. De ahí las críticas que se han hecho al trabajo desde el marxismo, la más reciente la de Toni Negri, que hizo la prisión (tiene algo que me recuerda a San Juan de la Cruz) y el exilio político. O la crítica que siempre ha sido fuerte del trabajo por parte de la estirpe anarquista, arraigada en Bakunin, pero muy diversa y variopinta, y que es en cierto medida la tradición en la que, por si no lo sabes, yo mismo me sitúo. Los últimos anarquistas que me interesan son los situacionistas. La noción de trabajo está puesta en cuestión a mismo título que la de vida cotidiana, siendo para ellos las dos sometidas a un proceso revolucionario de tintes, por alquímicos, muy sugestivos como disciplina en el propio artista. Finalmente, es en este contexto complicado en el que respondo, para felicitarte, a la beatificación de la Madre Bonifacia. Respondo con alegría, sintiendo la luz nueva que se proyecta sobre mi vida, y con ella sobre el fondo de mi alma. Mi vida cotidiana, mi complicación klossowskiana de la rutina y de la pareja, el haber hecho de ellas el ejercicio y el fondo de una escritura y una pintura que son oración, pueden salvarse en la simplicidad de la intercesión de Santa Bonifacia. Uno tiene esa sensación de paradoja del que recibe un regalo. La novedad permanente de la alegría, querida tía Sofi. Y tu recuerdo y las ganas de volver a verte, a ti que eres una tía que siempre ha sabido quitar de enmedio todas las tonterías y las ínfulas, sin la menor violencia, con una extraña firmeza femenina. Querría un día pintar tu retrato, porque, aunque no estuvieses en los altares de las iglesias, existiese un cuadro al que poder mirarte a ti en los momentos de oración. Mi desenvoltura para decírtelo así, mi confianza contigo viene dada por mi propio oficio, resbaladizo para la mayoría, del artista o poeta. Y te quiero hacer llegar una imagen de nuestra vida familiar en mi blog :
http://avantgardechaude.blogspot.com/2011/10/utopia.html
Espero que te guste mi trabajo. Besos,
Manuel
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