jeudi 27 octobre 2011
viejo maniquí de lo sagrado (el amor cortés, 3)
Yo querría ilustrar la redacción de hoy sobre el amor cortés con una foto en blanco y negro de Eve Livet en la que se ve, en el fondo de una suerte de trastero, y con un rayo de sol que le cae en la cara y nos hace cruzar su mirada, una figura de la Virgen, del tipo de escultura que hay en los pasos de Semana Santa, policromada y con lágrimas artificiales, su expresión es singular, un destello de picardía pelirroja aparece detrás de su compunción de mendicante, y sus labios son bonitos, a penas un fogonazo en un trastero oscuro.
Yo titularía ciertos capítulos de mi blog español : "Hoy me ha escrito María". Lo mismo tengo correspondencia con la Virgen, que me puedo cartear con cualquier española. Si no hago públicas las cartas de ella, la fantasía del lector se ve autorizada. Es un dispositivo simpático, ¿no?
Para el español de clase media que bromea entre cerveza y cerveza, que un pintor de Granada que anda perdido en París, diga cosas sobre el amor cortés y que invoque públicamente a la Virgen María, es una cosa chusca y de un patetismo presumido. No hay problema, si yo cuento con mi paso por la facultad de teología de Granada, donde fui libre oyente de los cursos de mariología del profesor, ¿debo decir el padre?, Cándido Pozo, que en esa época se veía con el papa regularmente, según contaba, y que mi compañero de pupitre, un franciscano con barba, me daba codazos para que no me creyese ni una, porque esa asignatura y ese jesuita eran el sector duro de la extrema derecha de la Iglesia, el mundillo del Opus. Vistos nuestros tiempos, veinte años después, haber prestado atención a cuestiones tan impensables entre cerveza y cerveza, resulta de pronto un tema de conversación que se hilvana bien con la Crisis, ¿o no? Salen los temas de lo último en Arte y tenemos a andaluces en París que se creen el Mesías, que siendo pintores les da por cantar en latín y bajo el efecto de alguna substancia, que se escriben con la Virgen Santa, que la mitad del tiempo van de comunistas y la otra de anarquistas de derecha, que pintan desnudo al óleo, y que los desnudos al óleo no hay ya manera de venderlos, el español de clase media pierde la cuenta de las cañas que lleva y concluye que es decididamente un tiempo de Crisis.
Es lógico que se queden de piedra cuando no comprendan ni jota de mi poesía en francés sobre la fotografía de Eve Livet, que se puede leer en la rúbrica "cat people" (el título de una película de Jacques Tourneur que vimos juntos poco después de conocernos), mis aforismos parisinos, en francés también, y la súbita pasión por la tauromaquia que va a tener efectos sorprendentes en mi personalidad artística y trastornada.
Con lo bien que está el arte minimalista para no gastar el coco ni el presupuesto, con lo bien que se ve todo en la pintura hiperrealista, que aunque sea un pestiño siempre se puede decir que es sublime por el estreñimiento con que están pincelados los detalles, vamos, que cuando se ve hasta eso, uno puede soltarse y quedar bien delante de su mujer.
Y que no haya sabido quedarse en su país, elegir el minimalismo, que lo tenía fácil, o hacer un esfuercito y ponerse a copiar fotos, ya que parece que quería pintar. Que vaya de inventor de imágenes, y además que tenga uno que arrodillarse delante de sus cuadros, porque están habitados como lo está la capilla de la parroquia para las abuelas, o la casa encantada para el alcohólico...
Al final, en la embriaguez que se agrava según vamos envejeciendo, el español comprende al otro español, al diferente, por haber oído la canción, haber leído el poema, haber visto el cuadro, o la traducción, o lo que sea, al final no se ve la diferencia porque el hombre siempre será polvo... y sueño la vida. Pero, ¿esa correspondencia con María? Sobresalto. ¿El amor cortés? ¿Sí? ¿Y qué se supone que hay que hacer? Madre mía, que estamos en crisis...
Los enanos de Velázquez, de eso María no me ha dicho nada. Hemos quedado en hablarlo en otro momento. El casi triste niño principesco sobre un caballo encabritado, cuadro tan enorme como los de su padre el rey y su madre la reina, tríptico o mejor dicho, aunque parezca incorrecto, trilogía ecuestre. Porque son tres palabras, la palabra del hombre, la palabra de la mujer y la palabra del niño. Pero de Velázquez María no me habla de momento, desconfía de que yo esté preparado para entenderlo.
Eve Livet es ese Velázquez mío en su fotografía, como en El manuscrito hallado en Zaragoza el matemático escéptico y que va a atravesar la aventura observando el mundo con una lupa, y se llama Velasco o Velázquez, como el pintor de corte, que se contiene donde el idiota no sabe, el garante de la buena educación y del buen tono, el único principio de realidad en la propia mente y memoria y fantasía del autor, el polaco francófono Jan Potoki. Uno observa las fotos y en cuanto se relaja, aprende, porque está ahí la composición, el carácter divino e infalible del azar, siempre reservado a unos pocos, pues el resto del mundo está programado, es automático, y excluye el azar y sus fantasías, y sus símbolos...
Y yo le digo a mi hijo : mucha República te han metido tus titos en la cabeza... monarquía, niño, monarquía y una nueva mirada sobre la tauromaquia, por la cuenta que te trae a ti y a tu generación que ahora estudia la secundaria obligatoria, porque sin monarquía y sin tauromaquia, por muy horteras y cutres que te parezcan, lo que vendría a ocupar su puesto sería mucho peor...
Aún no tengo delante la foto que anuncio con este capítulo, trastea mi memoria tan sólo la prueba de contacto y lo que se aprecia a la lupa en el contacto de medio formato, bien picado, como diría Eve. Sí que está bien picado desde el primer cruce de mirada, como el flechazo, como el amor a primera vista, esta imagen sacra y al mismo tiempo desencantada y moderna, retro en cuanto a la técnica casi soviética que impone el papel baryté. Y aquí lo retro sería el hermano bastardo y revoltoso de lo reaccionario, como los hippies cuando les daba por decirse cristianos, algo que se ve reforzado por una magistral operación israelí como es la alucinante película Jesucristo Superstar. Y si te lo ponen en blanco y negro, por parte de una bastante buena conocedora de Ibn Arabi y Henri Corbin, aquí saltan los plomos de cualquier crítico de arte de provincias.
Respecto a Quevedo, encontré un cartoncito que me hizo abrir el volumen de segunda mano, sin otro ex-libris que un inexplicable golpe de punzón que estropea el primer manojo de páginas, justamente por la sección "poesías sueltas sagradas", donde hace comentarios prosaicos y agridulces a cada pulsación del Pater Noster.
En ese sentido María tiene razón en situar a Quevedo en el bando opuesto al amor cortés de raigambre cátara, o sea dualista, como a alguien "carnal", si entendemos por "carnal" la condición plebeya del barroco, el hecho de que desde la mutación en el cristianismo que supone la conclusión y cierre del Renacimiento, la Iglesia se ha visto vaciada de sentido, y la aristocracia no puede ser sino una existencia "desplazada", como ya lo es la de sus súbditos. Pero yo quisiera poder creer en una carne habitada por el espíritu, como la de un bailarín, un negro africano o caribeño de donde se practica el vudú y la macumba, donde la carne es el instrumento de la obra de arte, o en el cine o el teatro. Quevedo es muy astuto poeta y ha escrito sobre eso un soneto que María me ha comunicado :
..Aparte del famoso XXXI
,el soneto XLI, por ejemplo comienza :
" Alma es del mundo amor, amor es mente"...
Y el XXXVIII, bellísimo dice:
"No me aflige morir, no he rehusado
acabar de vivir, ni he pretendido
alargar esta muerte que ha nacido
a un tiempo con la vida y el cuidado.
Siento haber de dejar deshabitado
cuerpo,que amante espíritu ha ceñido
desierto un corazón, siempre encendido,
donde todo el amor reinó hospedado
Señas me da mi ardor de fuego eterno
y de tan larga y congojosa historia
solo será escritor mi llanto tierno.
Lisi estame diciendo la memoria,
que pues tu gloria la padezco infierno
que llame al padecer tormentos, gloria.
Si señor, así se acaricia el alma femenina, con la pericia del plebeyo se compone la rima y se conduce el mortal en la cama de los brazos del deseo, pero el gitano no es plebeyo y lo bello es mortal sólo porque es mortal la memoria del payo, que yo sacrifico mi gallo y mi poema a la flema roja de otro tiempo, del destiempo de lo que siempre he sido, luz y mimo, artista, planeta en un zodiaco de cuerdas que lo llevan prisionero dando vueltas en el cosmos, por un destiempo y por un pecado de conocimiento que se encuentra guardado en el mecanismo fetichista y faraónico de una metáfora. La mano vuelve al cuerpo, ha trepado hasta la nuca femenina, las otras partes del cuerpo están en contacto, es como un sueño. Para llegar hasta aquí te han drogado, o eran dulces las palabras que has probado, y es el momento de contarse escenas de acoplamiento, estando acoplados.
El Barroco no es de recibo, como no es de recibo ni lo bueno ni lo malo de lo real.
Cuando una imagen de la Madre de Dios es como el rostro de madera de un viejo maniquí de lo sagrado, pero resucitado a la belleza de una creencia en la bondad por un viejo aparato en las manos de Eve, uno desearía el beso de la Virgen María.
Vous le voulez saignant ? Nada vale la cortesía del camarero francés y su ceremonia, frente al magistral español : "¿Hecho, o poco hecho?"
Si hacemos de la Carne una abstracción, en vez de sentirla "en las carnes", María, no somos sino hipócritamente maniqueos. Es forzoso pagar el precio de la vida, y la vida no espera a que estemos muertos. La Muerte es el Placer, decía Lacan en uno de sus seminarios del que me han hablado tanto en sesión como en conferencia. Yo haría pagar por leer este blog, una entrada de museo, pero también una consulta del destino, prosaica como el teléfono, y más barata, no sólo porque me gustaría que me llegase algo de dinero, sino porque me han insistido mucho en que sin pagar no es terapéutico. ¿Ha sido jamás explicitada la filosofía del proxeneta en la Universidad? ¿El artista, no es de esa casta? ¿No es como subir al Cielo entrar en el burdel?
Camille, un amigo artista de mi amiga artista Patience, me dice que al margen de su trabajo a la ligera en la cerámica, con la que obtiene su cuota de ganancia, él quiere desarrollar como performance la puesta en escena del encerramiento, una obra que no tendría contrapartida y cuyo objeto sería la producción de malestar en el espectador.
¿Qué pasa con la sexualidad en la cárcel? Y no sólo la cárcel, sino en cualquier internamiento, porque el hospital psiquiátrico, por mucho buen rollo que haya que simular y que sea mixto y laico en Francia, en lo relativo a la sexualidad te estampa el mismo sello que una estancia en la cárcel.
Y quien dice sexualidad, dice emociones, bloqueos, irritabilidad e interpretación recurrente a causa de una convivencia, que antes se podía asumir instintivamente como muy agradable y que se formula después de todo internamiento con la ansiedad de lo problemático, de todo lo que pueda llenar los bolsillos cósmicos de la misma palabra y nombre de "problema".
Y para no hablar de la reclusión en sí mismo, en el narcisimo, que es una metamorfosis de muerte, que supone la escritura, el dibujo, la misma pintura, cuando nuestra promiscuidad y nuestra convivencia es la de nuestros deseos deformados por la falta de distancia, que es la poesía cuando se somete a la supervisión de la psiquiatría. Si el pintor es separado de la imagen, privado de su trabajo, por la ley propia a la institución de toda una serie de cosas de las que no se puede hablar, día tras día, el regreso a lo que debía ser dicho nos encierra aún más después del internamiento. Así le pasa en estos últimos días, y permítanme que les haga una crónica parisina, a una amiga poetisa, que con el tratamiento no concibe otra forma de afrontar la ansiedad que provocarse artificialmente el delirio, de manera tan compulsiva y tan cercana a la agitación, que el uso cotidiano de la vida en pareja condujo a su novio, que la comprende desde diecisiete años de follar y vivir juntos, a cambiar la cerradura de la puerta. No sé si ven ustedes la utilidad del internamiento sistemático del que tanto habla Sarkozy en sus discursos para una categoría única, como judío o en este caso enfermo mental, si no es la utilidad política de poner fuera de circulación a la mayor cantidad posible de artistas. Esta amiga poeta de la historia que cuento con vocación de literatura, con la mejor vocación de literatura posible, es la misma de la que ya les he contado otras historias, y que en cuadro al óleo la tengo pendiente de varios retoques, vean ustedes si es miserable la escritura del pintor. Es tiempo que no se está ni en el taller, ni en la realidad. Pues la escritura del poeta, en mi generación, es una confrontación doble, ruptura o fusión con la mentira, miseria y más miseria. Lloro, ¿no se dan cuenta? para poder pintar los gustos de Santa Teresa, la belleza de las mujeres, como bien dice Eve Livet en su libro sobre mí.
Sí, creo que es el momento de hablar de la necesaria desnudez de Juno. En las representaciones a lápiz de color, me inspiró mucho la idea de Giullio Camillo en su Teatro de la Memoria, de la tortura de la esposa por parte de Júpiter, suspendida por los pies, cabeza abajo, como lugar de la memoria donde situar a Europa, saltándose desnuda y a la torera el toro por los cuernos, imagen que permite sublimar la crueldad de una pareja de artistas. El desnudo de Juno concierne la terribilità del placer como pan de cada día, pero también la búsqueda del deseo, que es superior al propio deseo. Y no se puede pintar a la esposa de nadie, ni como Venus, ni como Juno, salvo a la suya propia, en toda sociedad en la que todavía se tenga en pie una escuela... Señores, se lo digo sin rabia, pinten a sus mujeres, como ya hacemos algunos con nuestras parejas, y pónganse a pensar un poco, en el carácter mitológico del absurdo, en el absurdo del carácter mitológico, en las ganas de comérsela a besos o de comulgarla por su nalga de oblea, y meterle color, mucho color, sí, sencillamente.
Pero no me digan a mí que pinte un pavo real para representarla, sino a ella misma como artista, como cuerpo, porque para mi es indiferente la creencia pagana en una diosa Juno, más bien terrible y tan parecida a una viuda, para que Eve sea mi pareja, y el secreto desnudo sea el sujeto de mis cuadros, con orina o sin orina, o semidesnudos, o retratos, Juno es como el clima, vivimos juntos la vida. Razón que me incita a buscar en los archivos mis cuadros de desnudo preferidos :
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