jeudi 27 octobre 2011
divagaciones (el amor cortés 2)
¿Qué es un aristócrata, antes mismo de saber que se llama así ? Es un pura sangre. No por la sangre reciclable de la economía o de la moral, sino por la pureza de lo más impuro, por la pureza del polvo, del coito, del vandalismo, de la sed insaciable de saber, y de una lucha consigo mismo.
Ahora, para información, por el placer, escucho un relato puesto en música que se arraiga en los hábitos del romancero y que se acerca al tono épico : La Historia de Juan Castillo, de los Chichos. Aún hoy día no es inocuo el folklore, es como si hubiera una química o una sugestión escondida en las formas ligadas al imaginario de la delincuencia racial, gitana en este caso, judía en el tango, negra en el jazz.
Luego, Nancy Sinatra, buena asociación para volver a pensar por dónde anda el amor cortés. These Boots Are Made For Walking. Sugar Town. White Tatoo. Es como si su coche fuese dando bandazos y ella no parara de mascar chicle y reir, y nos contase de paso todo lo que nos espera al final de la carretera. Nancy Sinatra, la rubia, no pertenece al ciclo artúrico, ni al Oro del Rhin, ¿entonces? Entonces pensemos en los ciclos que sólo conocemos por el Drácula de Bram Stoker, las leyendas de lo que sería descrito en El Triunfo de la Muerte de Brueghel que hay en el Museo del Prado, aportando el contrapunto contestatario y desengañado a una sala consagrada por lo demás al Bosco y a Patinir. El vampiro es el caballero y el monstruo de ese imaginaro anexo al amor cortés.
¿Encuentran ustedes que Nancy Sinatra no cuadra en una película de Drácula? Cualquier rubia, cualquier mujer de cualquier raza, si convenientemente prostituida, cuadra con el conde de la capa forrada de raso rojo. Sería poco discreto por mi parte dirigir unas cuantas historietas privadas de vampiros a María E., que me sugirió el tema del amor cortés, en una redacción al alcance de cualquier lector del planeta, y vete a saber de qué planeta. Pero mi pulsión de escritura es tenaz como el caballo Pegaso, el caballo de la intuición más idiota, la mejor manerar de volar en un mundo que no conocía otra propulsión a chorro que la del mosquito. Tengo una amiga y afortunadamente se me ha olvidado lo que me contó, porque iba a contárselo a María y por las mismas lo estarían leyendo ustedes.
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