mercredi 22 décembre 2010
balada corta de la cañavera
Fuiste a mear por la cañavera. Eras un hombre con gafas absorto en medio del viento. Eras una mujer con la mente atenta. Los tiempos del flamenco habían pasado, todo era silencio. Pero un pájaro en tu mente, y un martillo, distraían tu meada de la mirada de Dios.
En el centro del espacio de un cuartucho, mirando mujeres de colores o quizás operando un encanto. La semilla del aire de playa turbia, la escapada y el drama. Esa mano delicada en la violeta de tu pubis, ese misterio. Tú sólo oyes el martillo del viento. Con las alas de tu pamela vas a ser virgen.
La piel aqui es cielo. El cuartucho del pobre diablo está en el fondo del deseo. Pájaros del mar son los gemidos del amor, vuelan y se acercan paso a paso. Ella llora sobre tu cara como una espuma salina. ¿Quién se conoce de nosotros dos? He hablado con la arena y era una espalda de música suave y a punto de quebrarse.
Fuiste a mear por la cañavera. Yo te seguí, pero ahora estás en un sueño. Ha vuelto el viento en el dolor del silencio. Los gemidos del amor los oigo por dentro, donde no los ve Dios y sólo las cañas los separan del cielo. No hables tan despacio, pájaro, que sólo se entiende el martillo y todos los golpes que te dieron.
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