mercredi 25 février 2009

Les presento a... Nabe.

Marc Edouard Nabe es, como Bukowsky, un escritor del just be yourself, del "sé tú mismo". Apenas leídas unas líneas, uno se ve involucrado en sus propios pensamientos y las cosas empiezan a transcurrir bajo el signo de Nabe. Como la fiesta en un hotel particular, de la diseñadora Karen Moller, que ha escrito en inglés sus memorias hace poco. No hacía mucho que había desembarcado con mi novia en la bulliciosa fiesta cuando uno de los raros jóvenes presentes me da una palmada en el hombro para saludarme, estilo "cuánto tiempo". Enseguida se disculpa porque me había confundido con otra persona. Curioso e inconsciente le pregunto con quién me había confundido, y me responde que con el escritor Marc Edouard Nabe.


A él se le ha reservado la impureza de escribir en las paredes, o en internet, que para los consumidores es igualmente vergonzoso. Cuando se encuentra su obra disgregada y exhibida en reliquia en la única edición que tengo de algo suyo, Morceaux choisis, editada por Léo Scheer, comisariada por Angie David, que es ella misma un personaje de novela. Cuando ocurre que desde el principio ha sido rechazado de lo aceptable, de lo que pueda ser entronizado en una papelería o librería, la identificación con mi caso respecto a España es total, aunque aquí suscito cierta curiosidad. Bueno, sobre todo una señora de Burdeos me manda comentarios admirativos cada vez que lee alguno de mis textos franceses. Pero es la punta del iceberg, algo pasa, con Nabe y conmigo, algo semoviente en la tierra que nos dice que nuestro sortilegio ha despertado a algún espíritu.

Yo no tengo nada que ver con Nabe, en el plano real, no es el mismo proyecto, ni la misma táctica. Pero es como si hubiera un imán en ese tomo de los Morceaux choisis, me enloquezco, desencadena mi paranoia, como de forma negativa ya ha hecho con sus no lectores.

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