jeudi 24 avril 2008

El larvado (poème espagnol à travailler)

El larvado. Manuel Montero.

Debería decir que es interdisciplinar, la manera como ha
sido alumbrada esta forma de poesía. Unos presupuestos
teatrales en cuanto a la estructura, el uso del verso,
y el hecho, que debo anotar en esta aclaración preliminar,
de que al poema han precedido las imágenes. La lectura
de cosmogramas como el Kéter-Malkut de Gabirol,
o el Laberinto de Fortuna (verdadero anticipo hispano a
toda lectura de la comedia de Dante), la repetida
intoxicación con las utopías y cosmologías un tanto
perversas de Platón, los rituales iniciáticos, los fetiches,
la droga, dieron el sustento a una cierta fantasía. Imaginé
museos, dibujé interiores cuya decoración los hacía
escenarios de algo. Estos dibujos estaban antes de
empezar a escribir el poema. Y antes de todo, años atrás,
uno de mis más tempranos sueños inducidos, en una casa
pobre que embellecía un amor y cuyas auroras escandía
un gallo en la huerta cercana.



Las armadas no difieren por la belleza o el sexo, sino
por la función que les asigna el Tercer Mensajero.
Mani. Tesoro (de la Vivificación),
citado por al-Biruni.


Vemos un joven poeta, animado del amor de la
poesía, que personifica su hermanita Delicada,
invocar al fantasma de Quevedo, con el cual y al cual
le llora el desastre de la literatura y del pueblo. En un
laboratorio estrafalario de alquimia y teurgia, pretende
reconstruir la creación del mundo y la historia de su patria
, formar la figura del perfecto poeta y perfecto
gobernante, juguete al que hace pasar mil vicisitudes.





A la manera del impúber
que todavía está enviciado
con sus soldados de plomo
mi hermano Larvado no crece
no adquiere una forma
se informa
en saberes que desfallecen
como la altura en pies carolingios
de la torre de Babel
o la ubicación
de los ríos subterráneos
del fuego del Etna
Se enrolla
su pico
y en su mente
parece que habita
una cotorra.

No digo que no sufra
pues cien veces ha quedado mudo
delante de las muchachas.
Pero sabe que yo lo comprendo.
Sabe que,
separados,
yo fui joven alumna
de Mesmer
y luego
vendedora de enciclopedias.


Es largo el camino
que une a Delicada con su hermano Larvado
Ambos son hijos de una misma madre
pero Larvado es hijo de viuda
y delicada su hermana estrecha recuerdos
que son su única fortaleza.
Aquí vemos a larvado en un escenario en que el diseño
es fruto de un infructuoso esfuerzo
por dar cuenta del cúmulo de saberes que arden en los
fanales
de este siglo de las luces
mil setecientos años después de que no pasara nada


El colutorio de Moloch
debe de ser preparado
mezclando al agua bendita
orina de soldado.
¿No parece, Delicada,
una fragua,
mi laboratorio,
de otro Vulcano que aquél
que intenta Velázquez con abundosidad
de trementina?
No es el arte
de la luz
arte de temblores.
La luz se ejerce
en limpia geometría
y en previsión de viento,
en conocimiento
y en factura
de sonido y de volumen
por puntos.



soliviantado por el trabajo
sin duda no encuentras ya significado
a la naturaleza de las cosas
como si no existiera tal naturaleza
y siempre hubieses estado dirigiéndote
a un espejo procaz.
Aplícate más aún
sin embargo
a la página
y olvidarás esa molesta certeza
de la que todos debemos curarnos.
Sí, vuelve a verter
lágrimas de felicidad
en las líneas oscuras de tu grimorio.



Ved aquí mi colección de estatuas:
Júpiter o el águila benefactora,
animales disecados que simbolizan
a Júpiter,
a Juno esta pava,
maquillada por fuerza de la natura,
a Mercurio esta liebre hermafrodita,
y un mono astuto
inmóvil en su gesto
imitado,
a Venus,
y estatuas de bronce
cuyas oquedades resuenan con la plegaria.
Háyase también proporcionado
el ángel Metatrón,
y yo me ciño las vainas
de Miguel,
para convocar a los sátrapas.

Dime de qué ingredientes se compone
el hombre
y abandona
los conocidos simulacros.
Vístelo de los colores
de San Juan de la Cruz,
súbelo y bájalo por la escala,
haz que conozca.
Necesitamos amor,
y yo soy espectadora
y acólita que solicita,
yo soy el gofre,
yo soy la salchicha
de lo restante,
y perdona que delire
al vapor de tu azufre.


Ya Torres, si aquí Quevedo,
La novedad del café, del azúcar blanca
Tomada en privado, de él en medio de seguro
Chocolate,
O quizás de jarabe de vino,
Usó la recurrencia, yo invoco, no debe volver
Loco a hombre ni a menos fuerte sexo;
Es cosa natural que ya se practicaba.
Yo por eso abundo, el espíritu practicado
Por saber. Góngora o Don Quijote,
Respiración y colapso, fiebre
Cuartana viciosamente cultivada,
O el conde de Villamediana mal teatrado,
La Virgen, don Francisco.
El azufre es querido a Beccafumi,
Y a los morabitos, cierne, hermana,
Sobre los espejos pulsantes,
Dicen de la savia rubia de la siridonia...



Hagamos que, a modo de juego,
Larvado participe de la luz de su tiempo,
que anticipe y calcule
que prevea
los cambios
lo inexorable
de la actualidad humana,
siempre por encima
del blando dios con el que duerme
como cojín en forma humana,
reclinatorio, complaciente.

cuéntame, Larvado,
cómo son los dioses
y cómo deben ser los hombres
iguales a ellos.

Los dedos crispados, moderna
Es la bruja que a la violeta
Al erudito, como el gato lo es,
Y el sanspareille (Cadalso refert),
Constantemente sopla,
de una pata de gallina, tostados o no,
sostienen aquí una brizna
de olivo
y la dejan caer
en un adivinatorio cuenco
de aceite.
Conocemos así la condición humana,
por medio del oráculo,
pasible al diagnóstico, dispositivo
oracular o experimento,
hecha de repulsión
y de simpatía.
Yo construyo casas de muñecas
en que viva, automática,
la libertad, ese fondo de espejo
tostado en que se tocan los estuarios
precisos de los automáticos planetas.


Ahora sobre este homúnculo
Estofado sobre terracota,
Debemos desde lo que arriba
Se esconde en un incendio de razones
Hacer que baje
A metérsele dentro
El rollo de una psiqué.

y la habrá que atormentar
me suena de ti, siempre.

Sí, cada psique, Delicada,
Se tiene que lacrar.
Ahora te pido que asistas
Mientras al soplo aplico mi solitud
(como si fuese la divina)
y que me leas la parte del antifonario mío
de las antífonas.

Las del alma,
Sí, para eso sé la mía.






Recuerda que yo soy hijo
De alta faceta tuya,
Tú, Prounico ahora, Venus Urania
En las cortesías del tiempo.


¿Y cómo estar
sin estar en raíz, como a posteriori
enseñan los dones del Cielo?

¿Vicioso das al nacimiento de lo Real
a los animales de Paracelso,
ex sodomia natis, con medicamentos
prohibidos, con músicas malditas?

Ninfas: modernas son, hijas de la Necesidad,
Más humanas que nosotros mismos,
Refractarios pigmeos, prodigiosa salamandra que
frecuento.

En la parda humareda de mi pensamiento lo he visto:
El ídolo de las mujeres y,
Como ramaje, los primeros pensamientos.
Pero presta más atención a tu papel,
Y estate preparada.
El médico
Supositorios inventa
De mandrágoras irritantes o de lentos opios,
Es igual...
Me apasiona que seas una mujer
Con el gusto de lo monstruoso.
Se acelera mi impaciencia
Por que hagamos esto juntos. Los juegos
Incestuosos construyen la nueva era
De los momentos fatales.






Comienza, pues, saca al enano
De su esfera de barro.

Tú te preguntas cómo puedes ser tan grande
Y tan parecida
A Dios-Júpiter. Empieza.

Me pregunto cómo es la forma
De mi forma,
Y sé toda forma.
Porque de esto tengo yo,
Y de esto tienes tú.
(Dame el pie de mi
magnificat)

Naciste de mi profundidad
Como desde una fuente,
Pero en remolinos te ensimismas,
Y corres mucho, por las piedras que
Te tenía preparadas.
Tú eras mi madre
Y te he adoptado,
Para educarte.

Sí, ahora soy rostro encantador de tus infantiles
Estatuas.
Dime quiénes son los doce órganos
Que hacen bullir mi interior, y qué
Funcionarios los administran.

El sombrero que te estoy
Calzando de paja
Cósmica y pequeña, trenzada y pobre,
En el mediodía las estrellas
Sobre tu depósito del gesto pone
Y el vértigo propicio al beso.
Sobre carreta de heno artistas de tañer
Y canto que fluye como miel caliente
Invitemos los caprichos de Dios,
Retornemos a la religión natural.


Nuestra finalidad es animar
Al golem revolucionario.
Dime a mí qué vienen a decirle
Esas doce mujeres
Que comparan sus senos
Y encuentran que no tienen los dos
Iguales.

Larvado, para hacer de golem, toma un libro
abierto en la izquierda. Delicada en cada signo toma
diversos tocados de plumas.

Venimos a ungirte con la parte del padre.
Observa nuestras manos empapadas de semen.
Sobre tu rostro de arcilla,
Metiendo nuestros dedos en tus
Ojos,
Vamos a dejar huella en ti.

Borrachas, bailan las esferas
En órbitas de elipse, se disparan
Y cambian de centro, Bruno
Lo advirtió, y que son implacables ahora
Que la ciencia las invita a prescindir de decoro.

La virtud del padre me llena,
Intacta, y pienso sacar a besos,
De la caracola húmeda, rosacea, coralina,
de vuestras bocas nacaradas y sedientas de amor
Nueva vida que llevar en mi viaje.
Doce mujeres son abrebocas bueno
Para una siesta, aquí en el cielo,
Sobre el heno.
Cristo era pequeño
Cuando nació
Yo acabo de nacer, capaz de fecundar,
Entre bueyes y burras, a las rameras del cielo.
¡Venid, angelesas impuras,
a mí!
...y cambiarlo.
Y cambiarlo, y cambiarlo.
Yo tengo un defecto,
Tengo un defecto
Me gustan las pollas.

Dame, pues, la virtud de
Vencer las resistencias.
De decir palabras procaces
A propósito del rey y la reina,
De mandar callar al predicador,
De estar contigo cuando esté
Abajo, y que empuñes mi falo
Y lo masturbes arriba y
abajo.
Conocer el cordero que
creció
En los mejores momentos
Del adulterio, ô virtudes.

Observa mi sexo,
Es sacrificio puro,
Salvación del proletariado.

Ya tengo bastante,
Que venga otra.

Como toro que se debe
Respetar, poesía
Vendría a traerte, el sólido día
Me espanta, si tuviera,
Ahora.

Ô sello profundo del brillo rojo de un rubí,
Has despertado en mi pecho una densa inquietud.
Me estás lacrando y me entras muy suave.
Ahora, de que no hemos leído, apropiados,
Los libros, que estamos junto al otro el uno,
Como si fuese, nos damos cuenta, costumbre.
Que el juego de las influencias
Se hace en huevo y la moral se ha de romper.




Si tuvieras los principios a mano
De Torres, sabrías dónde tocar la negra
Canicular. Pero no te preocupes,
Se inscribe por recaída.

Exclaman bajo mi signo esta
revolución
Como si todos hubiesen nacido
Ô, Fraternidad, antitipo del Uno.
Coherencia atlética del complejo pleromático.


Pero tu voz es distinta,
Suscita anhelos, suscita anhelos como brisa,
Como brisa que trae una música,
Una música de esferas, la voz de una hermana.
A veces pienso que hablarte
Recién consciente de mí y de ti
Casi mamando
De a ti curarte debería ser una manera,
Porque adoleces
Y siempre un seno es fondo preocupante
Para lo que quiere ser leve.
Te quiero, no quiero abandonarte.

los sellos son sellos muy hermosos
y este también que yo te doy, lo sé,
pero tú desciendes. Sólo decirte
que el golem es recibir lo bello de ser sellado.
Adios.

Eres un dios o una diosa,
No estás, nunca, sola,
Ni solo está sólo contigo el dios,
Eres detentadora de las amistades
Más completas, te gustan los disfraces,
El poder de las mujeres, el estudio.
No te vas, te respiro, abriste mi boca
Con tu silbido sugestivo
Que era el de una giganta ágil y semidesnuda
Al viento interior y al exterior por mi vida pútrida de
Autómata.


Los lugares numinosos, o son obra del arte
O son naturales; unos y otros
Producen efectos, sombríos, secundarios.
Se enclavan donde profundo
O invisible
Está escondido un río que ya nadie
Sabe que llora, o en contraste
De estratos de las capas tectónicas.
Dicen que son telúricos.
Si entras, el abandono,
A un templo hoy, mañana sabrás
Que ensombreció tu tiempo.


La charla se averigua larga
Y conversación de años;
No pensé que caerme, que fuese
Una relación caérseme encima el uso de razón.
Como una lenta retirada, el cangrejo
Es imagen de la muerte que todavía nos mira.
Está al borde del agua, nos mira
Bostezando y deja ver sus inmóviles artículos.

Permíteme, si no en familia no,
Sentarme, no estaré lo bastante.
Aquí, sobre alguna oquedad,
Y que mi espalda se pueda recostar.
El análisis, esa piedra que se disuelve
En la frente, dejándola vacía de signaturas,
Libertinaje instantáneo sin pena,
Debes ejercerlo ya, ¡tengo tanto que contarte!
Anoche tuve un sueño,
Por lo de la dodécada pensante,

Ya sabes que no trabajamos sino en las
Celdas inferiores, y revestidas de alas;
Soñé que conforme a la luz
Era la araña que me inscribe.
Contaba mis miembros y no cefalotórax,
Sino pecho había en mí, y cráneo.
Sorprendida del parecido con la mujer,
Grité, y tú me pisaste porque era insoportable.
Toda pisada por esmeraldino
Dicterio tiene, sicut est
Inferior quod est superior,
Un aroma.

Ahora no se trata de la negrura
Ambarina y grata del café, ni de
Cualquier otro alimento o flor.
La muerte de Dios se respira:
Yo tenía dentro una vejiga de gas hilarante,
Pero tú al respirarlo volviste amargo tu gesto
al día.
¿Qué significa? ¿Por qué todo en el éter
es vacío? ¿Tú lo sabes? Pero tómate tu tiempo
yo volveré con el río subterráneo,
estoy en alguna cueva, siempre me encuentras
fácilmente; ahora me voy a la cama,
termínate tranquilo tu café,
no estarás solo.

Abrir los oídos, un meñique femenino,
A la esfera de barro en que me apresto a morar,
Es un favor curioso, inesperado.
Lo dicen los upanishads, pero siempre,

Contrario a la inercia, el gesto sobrecoge.

Pregúntame cómo me llamo,
Te diré que soy la famosa Atalanta.
¿El ruido de la fritanga no te dice nada?
¿No sabes felicitar,
a tu gata grande?

Verdaderamente, uno más
De la familia
Es el rey.
Prostitución y libertad,
Oro que no conoce la extinción,
Noética la majestad no se extingue.

Lo que te impide ver te eleva
El golem lleva sin boca ni ojos
Máscara perpetua y totipotente.
Conmigo la canícula y el reyezuelo
Que en alguna parte de mi cuerpo
Clama por reinar sobre todo orbe.

Hecho el uno con sillar
De derribo,
El macho y la hembra,
La otra puro cimiento.
La agricultura.
¿Por qué medicina?
La mujer de la medicina como cosa.
Estamos cansadas de ir al médico.
Que el conspirador, el poeta,
Una anatomía escriban,
Que se codeen con mujeres
impresionantes
Porque impresionante es la mujer
del signo, y signo único.

Una persistente de ti
Recurrencia semidivina
Un vicio de tomar nota,
De estudiar, de poner altares
Y volver a los planos.
Ahora importan
Esperma del ártico, del macho
De la ballena, son velas imponentes
Siempre de la diosa nos preocupa
La salud, y yo la enciendo,
Al numen le saco la lágrima y la rabia.

Eso es una cosa que no tiene que ver con esfinges.
Más importa la encuesta
cósmica
Y estoy dispuesto a ser encuentro.

Me espanto, porque los que he estado
Haciendo ahora, dibujos,
Son fríos, deshumanizados, y ha sido el signo
Que imprime el horror de la inocencia.





El maíz, el plátano, el café,
¡qué blancas realidades!
La codicia del cacao que enturbia el espíritu,
La propia azúcar, ¡qué blanca! ¡qué futuro!
En un nuevo estado no se puede
De este modo a los ojos directamente.
Es lógico que te aburra
El grano de la abierta mazorca,
Que sea insano el gran banano.


La magia de las almas pasivas
Se hace a escote;
Son como vida que se tetaniza.
Nos hemos adentrado en la que crees

Que, noche, me constituye.

Tú ya golem, no dejo yo Lázaro.

La muerte, es lo que quiero decirte,
Economía suscite y pueda ser escrito.


Egipcio el chacal pertine al espíritu actual;
Poco que decir, justicia y comercio
Silencio son.





Era la religión del mundo primitivo
La que conforme debió ser al curso del progreso.
Necesidad de las esfinges. Gracias.


Natural, natural, natural es la profecía,
Y procaz la verdad.
Y la verdad, la verdad,
Es mágica.

Dolorosa herida de que la profecía
No sea la verdad,
Bajo el signo urbano, catedralicio de Rómulo.


Ahora que no desconoces la crítica,
Comprende la ekpyrosis.

Está inscrita.

Soy cabra negra de la obra desperdiciada,
(La tierra es un elemento oscuro y lo es
Su asterismo) Me adormece el café,
Suena el bordón en su eco,
Y la famosa tríaca
De los Galenos, hace de mí,
En la hora nocturna,
Oscura, de las Melusinas que en ella se bañan
Y salen del húmedo lecho de la bañera,
Mujer frívola de recorridos
promiscuos,
Monstruo preciso y maravilloso,
Escritura bramando en el siglo
Por el éxito de la tierra.


A ti, solsticio, te lo debo todo,
Porque sé cómo poblarte
Y porque eres noético y atemporal, como la mística.



Yo también soy mujer, como Jesucristo.

Quevedo, ¿qué enseña el catecismo
De Dios?

Toda enseñanza es aprender

A ser como mujer en el agua.

La vía láctea me embriaga,
Me lo paso muy bien,
Existiendo, y siempre vacío
El vaso en sus esmeros
Me multiplica.

Doce materias he leído
Y ganas todas de seguirlas he sentido.


Las arcónticas archidemonesas
Son tontas
Pero la chupan bien y les gusta

El saber del esperma.

Yo soy tristona, pero mi cara
De resignación invita a ser manchada.

Yo lo hago con ropa y te la pido,
Pues no me gusta ya la belleza.

Yo te disparo mi éxtasis violento,
Y miro de reojo todo lo que sean
Pistolas o vergas.

Confórmate conmigo, soy universal.
Y me lo puedes hacer dentro,
Porque luego yo ya sé.


El Mercurio de los Filósofos.

Tengo distinta de la otra una de mis
Tetas.
Ahora si tomas café esta noche
Me puedes seguir al parque
Y en un cuidado parterre
Violarme y con esfuerzo preñarme
Que yo tendré hijos del café
De caras redondas y llanto agudo.



Como Xantippa la mujer
De Sócrates, yo acostumbro
A premiar con orina
Al filósofo, porque soy incontestable
Y necesaria.

Por mi alma, que este
Regalo tibio en el rostro decir
Que no otro que el Sol es Dios
Me hace y eyacular una rubia
Semilla.

Me ha gustado guirnaldas
Y mentiras susurrar desde el cieno.
Ahora tu proyecto puede posar completo
Su azufre en la obra y yo muero en tu sueño.



II
Él mismo resulta expuesto más
tarde a la vicisitud cuando intenta dar un discurso en
el muelle del puerto de Cádiz y la gente lo manda de
cabeza al mar, mientras es sacado del agua Delicada
continúa el sermón, consiguiendo que el remojado
Diego Larvado sea proclamado Libertador de la República.
El Larvado rehúsa esos honores, quítase la corona de perejil
y romero que le habían colocado y se va...

En el agua del pueblo
no quedan huellas
de los que,
señores o papas,
flotan instantes
en él.
Sólo el que escribe
cauces a su corriente,
con persistente mano,
y profunda, sólo
con las piedras futiles
de cien resistencias.
¿Acaso olvidas el amor,
oh, Cádiz, tan pronto mirado?
Toma la costumbre de repartir
desde tu nocturna claridad
hacia puertos de negrura todavía,
pese al hombre, irredenta.
Rápido y atropellado es el lenguaje
de las estrellas, y risueño,
extensa y no precipitada, en tu nacimiento,
su luz.
Cuando tu voz, Cádiz,
era el maullido de los leopardos,
ofrendabas al cosmos una rápida
danza de celo y espejo,
oh, multiplicatorio pueblo,
desde el lecho innúmero.
Explícate el recuerdo, refrescado,
del Conde Divino:


opaco yace el monte luminoso,
ya la nunca omitida vigilancia
cayó en el seno del común reposo,
del que dio luz a la mayor distancia
llega la sombra al reino tenebroso.

Oh, Cádiz, pavoneo prematuro
siempre y, allende, la aventura
de nuevos pirrones...

lo que quiere, éste, oh, gentes de Cádiz,
decir en medio del puerto
impedido por el ruido
de las muchas gaviotas
los negocios ínfimos
los densos marineros
es que, al principio,
las estrellas
bastaran
y no hubiese contraste
sino armonía
entre la noche y el día.
Lo que Larvado significa el gato
divino con su primigenio maullido
es el mito
de la luz entenebrida.
Lo que anuncia
es la consistencia
del pavo,
oh, Cadiz, de tus nupcias,
coloquio marital
que cromatiza, con murmullo,
la boca sin dientes del ídolo
que despoja y despoja, en un gesto
de cadena perpetua, al cielo,
y vaticina brillantina y fuga ascendente.
Aplaude, oh, gente, al músico de tu celo,
y sácalo de las aguas,
que son el suyo.
...
no busca el profeta
tronos de agua salada,
ni trompetas, la música cansada,
de humo o de extinción,
sino lágrimas en el cielo
como en la parábola.



III
...de Cádiz a otra ciudad, con
Delicada, donde conocen a Marchena que les habla de
Sade, y los casa, siendo esa noche alegre testigo de la
desfloración de Delicada, a la que el joven poeta llama
ya Lozana.

Pienso seguir teniendo
esta promiscuidad con la escritura.
Ya está el humo de la psicodelia
abriendo las ventanas de mi mente,
abriendo mi cuello al canto, mi pecho al auténtico sentir,
vivificando mi sexo.
A veces hay que salirse
de este cuadro mal pintado
que es la cosa social.

Además he perdido los parámetros,
no tengo un lugar
a donde ir. O quizás es el Lisboa,
el burdel, el centro de estudios freudianos, el museo,
alguna casa de amigo.
Pero todo lo vivo como en exilio.
Muy “pobre digno”.
Una cosa muy del siglo
de las luces esta cosa de fumar. Esos humos
que penetran los capilares y se inmiscuyen
a los humores,
produciendo en esos vapores los simulacros
coloridos
de la Divinidad. Esos átomos
facetados
que danzan. Estoy retomando esto, El Larvado.

En el camino
quedé absurdo
como una flor oculta.

Que el Ariosto debe ser leído
En diferentes posiciones sobre los divanes,
A horas distintas, con distinto humor.
Calidaza, mimético, inventor
De mentiras. No vas a volverme loco en el café
Como esta tarde en que te leo. Ayer
No conocía tus bodas

Del inefable y bello Shiva, tan
Solitario y de un carácter
Difícil aunque excelente con la diosa Prakriti.
Hoy tengo miedo de creerme avatar
De tus dioses, y arrebatarme al beso y al amor.
Todo es la perversidad y la letra
De los melifluos cantores.
Mi madre gritaba
No puedo
Participar en el
Atentado.
Ella no podía
Con la múcura del suelo
Y yo bailaba, pequeño abate ateo.

Éste es el estado en que supe la Historia
que quiero gritar

Olvida la claridad.
Algún sabio futuro sabrá que no es
Sino un preparado, un confite más,
Con que nos adormece
El charlatán.
O acaso no sospechas
Los alcoholes de la ironía
dentro de la blanca obra
Del rococó neoclásico.




Había encontrado un lugar

Donde estar con mis ideas.


Ahora lo ocupan las esfinges

Feroces de mil preguntas.


Me habéis dicho que vuestros nombres
Son Delicada y Larvado,
O me lo ha dicho el camarero,
¿Puedo sentarme?





Somos hermanos. Larvado
Ha gastado su espíritu en la idea de que existe
un progreso poético.
Puedes verlo aquí convertido en espectro,
No bebe vino y se mueve por automatismos.
Yo deseo que el cielo borre
Los vínculos familiares que nos separan
Y poder como mujer
Hacerlo revivir, pues
A mí vida me han dado nueva
Las antífonas de su teurgia,
Tanto que bebo yo el vino doble
Y se me conoce en la posada
Como Lozana.

Yo soy el abate Marchena,

Revolucionario y traductor, ateo.
Puedo por mi magisterio oficiar
Las bodas necesarias.
Los libros que no he leído
Me hacen resuelto y me dan soltura

De nombrar aquellos sobre los que he cargado
Mis trabajos y mis problemas.
Como si fuera un libro la noticia
También vivida del tumulto y la nueva justicia
Es una interesante materia, curativa.

Ya sé, pero eso aumenta
Mi interés.


No gustaban a los minuciosos
Autócratas las pérdidas de respeto,
Pero la indisciplina era lo mejor
Del ambiente aquel,
La broma embriagada y lúcida,
Imperante en su naturalidad.
Las muchachas chistosas y las
Mujeres fascinadas, las cantantes
Que empinan.
Importa la pornografía
Que convierte a la sátira en fortificante
Tónico.
Por supuesto la rabia, ese incentivo
Que dignifica la realidad, todo eso veía yo
En Sade,


El autor sugiere la lectura de
El prisionero, de Octavio Paz (La Centena).

Conozco la traducción.


Mira esta taberna por dentro.
Sus humos estáticos, sus cortinas
Su perpetuo presente de prisión.
Mira los oscuros cuernos
De los trofeos oscuros, mira
Los indignos idiotas y las tetazas
De la muerte nocturna en cada café o alcohol.
Mira el fraude y la mosca en él, acompañan
Las caídas en tu libro maldito de crímenes sexuales.
Hay una gran tranquilidad después de la blasfemia,
Cuando se conoce el valor de la mierda
Y se puede preferir el gran sexo,

La gran corriente del sexo
Que es sólo de gitanos y bandoleros.

De Sade hablo de memoria
La satisfacción se resuelve en libertad,
Después queda la sensación de trato.
Me dispongo a traducir una novela pornográfica
Que ha escrito el marqués de Sade,
Con todo el interés que tiene una fantasía
Que nace del método y el conocimiento,
Alumbrada por el ejercicio de la Libertad,
Y asistida por los solícitos y suaves cuidados
De la Apatía.

De la Revolución las agresivas
Mujeres, y las jovencitas que se lanzaban
A mostrar sus senos excitados por la pólvora,
Los homenajes a Isis con tramoya
De Jacques Louis David sobre las ruinas,
La añoranza de Egipto.

No habiendo nada especial
sino nube, en el cielo,
el tropismo hacia arriba
es señal sólo de interior
crecimiento
síntoma de mejores elefantes,
muy santa crueldad
del hombre homérico
sobre la prisionera,
siempre sospechoso del trueno.
Todo tiene una explicación
natural.
Hermana es la gota al goto,
e imposible y destinadas a unirse
en su destierro. El tropismo hacia abajo no encuentra
fondo.
Es más posible un sueño.
Hagamos de manera que vosotros
estéis casados y no se note
el parentesco.

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