vendredi 6 mai 2011
Catacumbas de un sueño
La otra noche, habiéndome dormido en el sofá del taller, soñé con mi padre. La situación era inusual, sin ser realmente extraña. Sencillamente nunca me he encontrado con mi padre hablando en mitad de la noche en su cuarto, sentado a su lado en una cama, no ya de matrimonio, sino estrecha. Una confianza que solamente pude haber tenido con él en la primera infancia. En todo caso en mi sueño mi padre me mostraba libros que estaba estudiando. Nos demoramos en uno de pintura paleocristiana y me desperté con la idea de pintar uno de esos Cristos de catacumba, sobre el que hice esfuerzo de memoria visual durante el despertar.
Seguidamente, puesto de pie, tuve que reducir la idea temporalmente a simples dibujos a la tinta china. Eran las cuatro de la noche, no tenía tela lista para realizar un cuadro propiamente dicho. La idea era sospechosa de todas las ambigüedades que contienen los sueños. Quise hacer la tinta china como de costumbre, sobre el papel empapado en leche. Es mi forma de rendir ofrenda a la imagen pintada y de incluir una secreción animal en la obra, al mismo tiempo que la leche abre la pincelada y permite medias tintas espontáneas. Pero no tenía leche en el taller. Así que abrí el frigorífico y, aún habitado por la clarividencia del sueño, decidí echar mano de una carísima botella de vodka que tenía guardada para los invitados especiales. No para beber, sino para diluir la tinta y hacer las medias tintas. Les presento hoy esos dibujos que no sé cómo interpretar, sino como una presencia inmediata de viejas creencias en la imaginación.
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1 commentaire:
Me gusta en particular el ultimo. Se reconoce tu fisionomia en ellos.
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