Quine daba clases en Harvard. Creo que está en América. Primero pensaba que en Washington pero pensando mejor está en Boston. Sólo que Boston tiene al menos dos universidades. Una es Harvard y la otra es donde ha estudiado mi prima S. Cada una tiene su equipo de baloncesto. Algo he aprendido. Quine es un descubrimiento agridulce, en cierta medida incómodo. Pienso que la filosofía francesa y la filosofía analítica estimulan cada una distintas regiones del cerebro, y por eso me cuesta tanto leer, entre otras cosas, el libro Iluminaciones filosóficas de Ignacio Gómez de Liaño, allí donde la lectura de su trilogía del Círculo de la Sabiduría fluía y creaba remansos dulces como la miel. El misterio versus el sentido común. Ahí está la división de regiones filosóficas. Ignacio no quiere oir hablar de Heidegger, y yo encuentro que la relectura de Heidegger que propone Catherine Malabou es uno de los libros más sugestivos actualmente para mí, que ya me sorprendo sinceramente por pocas cosas, que leo por seguir la corriente. Soy sensible a la belleza romántica del lenguaje de Malabou como soy sensible a la escritura epigramática de Quine, y encuentro el castellano en su mejor esplendor, o sea el español, en la prosa de Ignacio Gómez de Liaño.
La ventaja regional de un libro como el de Ignacio Gómez de Liaño en este juego de los filósofos es que a su rigor más bien anglosajón lo nutre con la savia de la vieja filosofía, cristalizada en Giordano Bruno, reformador del universo y artista de la memoria. Es decir, no se queda en la sequedad de la filosofía analítica sino que es por así decir suculento. Imaginen que Wittgenstein hubiese sido feliz, que fuese un anfitrión feliz de un jardín de las delicias, algo de eso tiene Ignacio Gómez de Liaño.
Véase igualmente este texto.
Y también sobre la novela Extravios
mercredi 6 mai 2009
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7 commentaires:
Totalmente de acuerdo contigo, Manuel, en la consideración de IGL. Desde luego, Bruno es uno de sus preferidos o, al menos, ha escrito sobre él. Lo de Heiddeger, tampoco sé a qué se debe su animadversión. O ¿debo creer que sí?
También disfruto con su español. Gómez de Liaño escribe de manera transparente y fluida el idioma de Cervantes. ¡Qué bien que lo saques a colación!
De Heidegger, he entrevisto en Iluminaciones filosoficas que lo califica de indigesto. Pero también de viva voz... y me extraña que pretenda dar la espalda a todo lo que viene con Heidegger (el estructuralismo, la postmodernidad) así de un plumazo, con tanta facilidad. Ignacio salva muy pocos autores franceses, y todos son rebuscados. Alguno estoy leyendo, a ver.
Es muy posible que se dé un componente "rebuscado" en la educacioón sentimental-filosófica de IGL. Quede claro que no soy ninguna experta, en ello ya habrás reparado. Lo que me gusta de él es que, a pesar de su impostura aparente parece sincero y honrado en sus planteamientos teóricos.
Y, claro, a Heiddeger le ha jugado una mala pasada su pasado (perdona el jueguecito).
Nada te he dicho de la pintura que precede a tu comentario: me encanta la actitud de los dos personajes: el de la mujer, tranquila, despreocupada, cómoda en su espera. El de él ("¿autobiográfico?"), algo menos cómodo; perplejo. Hay algo en la pintura que me hace sonreír. ¿Quizá me muestro algo cruel?
viva lo rebuscado... por supuesto. Y estoy disfrutando con alguna cosa que me aconsejô. Pero lo de Heidegger me temo que no va por cuestiones polîticas, sino por una especie de "no querer tener que ver" con respecto al estilo y (quiza)las ideas maestras. Pero sobre todo parece que es cuestion de estilo.
Fijate (puesto que nos tuteamos), ese cuadro ha sido pintado en dos etapas. Al hacer la primera figura yo me habîa dicho "me ha salido un desastre" (habîa querido engastar muchos colores distintos) y después, mirândolo, "vi" que lo que faltaba era alguien al lado. Y aproveché para estrenar un tubo de rojo de cinabrio, Y AHI ESTA ESA ESPECIE DE ACOMPANANTE ANGELICAL, COMO UN DOBLE DE ELLA
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