dimanche 29 août 2010

El juego




...

Se ve que no he captado el billete del paje

el juego se bloquea y mi sangre se extingue

tus explicaciones del eje del siete

a fuego en tu piel y en el rojo de tu vestido

la extraña princesa del recuerdo infiel

alarido y dinero unidos en mi puño que se cierra y golpea

el pelele se sirve de su mano

para grabar en el cobre la madurez de la fresa

tú sabes de qué hablo, tú que ya no sigues mis huellas

tú que los otros adivinan compadeciéndome tanto

como el ciego Homero yo no veo a quién hablo y tuteo

incluso los heridos en el asilo del fin de la vida y en el azar del accidente

beben y apuran mi hez del desencanto

¿quién comprende las consonantes del juego del ahorcado?

tanto se entiende de lo que no se vive

tanto se entiende el mensaje

tanto el espectáculo se parece al secreto

que el desnudo innecesario de una estrella quieta

acoge mi esperma mi desamor mi desesperación y la vuestra

multitud a la mesa de demonios del amor y de la cereza cierta del cielo

la verdad que comemos juntos en el cieno del poema y en la tierra yerma

que rodea al granado que vive de nada, de la gota imprevista y del cuidado de un niño

al que nuestra cereza es también fresa y la empresa de un escudo heredado

al que el grado del templo es lugar de juego, futuro mesías, hijo nuestro

que no conocimos en la calle, como mi mente ignora tu deseo

comemos juntos la verdad que tanto nos importa cuando no tenemos reflejo

cuando una opaca belleza en la ciudad cerrada

de lo escrito de vuestra mano en mi mano y mi destino

nos unen en el instante de unas letras que a nadie

pertenecen, que son Diana cazadora maldiciendo con agua

que son la visión de un ciervo, el adios de tierra de su piel puntuada

el cazador que acariciáis cuando lo hacéis desaparecer

cuando tú que ya sabes sin saber

en la mesa lees tus poemas para ti misma y los guardas en una maleta

y dejas pasar los años y los ángeles te conocen

y eres todas las ideas de mujer que los hombres no osan

sino en secreto y en la intimidad del libro

y que los locos violan en el ritual del burdel o en la cita erudita

cuando leo el billete que yo mismo he escrito

no comprendo que el paje era mi propio diseño de juego

que la princesa era una niña del colegio, un lejano recuerdo

que no tiene otro cuerpo que el tuyo cada día

tú que ya lo sabes todo

porque no hay paje ni billete y yo mismo no existo

otro cuerpo que el tuyo no es sino el libro ardiendo

y los cuerpos nuevos de los ángeles y de los sueños.

...

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