La ambición del niño perverso es insaciable como nuestros sexos
debo inventar cosas que sólo pueden repugnarte para entrar en tu cuerpo
soy un esclavo al que se paga en afrodisacos y en música
y no tengo ocupación más importante que cubrir tus nalgas con la palma de mi mano
he buscado el tono, el ritmo con que penetro en cada susurro, en cada grito de ciervo
en la vagina inconfundible y sin embargo fundiéndose como se quema el oro de un sol interno
he inventado la historia de que eras una actriz debutante y que debías acostarte conmigo, tu empresario
he inventado que se abría el telón y estábamos bajo los focos eyaculando líquidos diversos
he inventado que una mujer delgada y nerviosa, en bikini negro,
con botas de cuero y látigo de lana merina y de yute te azotaba el culo
he inventado que no parecía suficiente y que ella y su empresario deliberaban como hacerte gozar
y que habían decidido practicar sexo para ti, por detrás, pero frente a un espejo en el que tú todo veías
y al mismo tiempo yo era un simio sexualmente superdotado
que sabía ser brutal sobre tu cuerpo y delicado en sus besos a tus oídos
no sé en qué momento hemos gozado, no encuentro sentido a la vida, si no fuera por el sexo.
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debo inventar cosas que sólo pueden repugnarte para entrar en tu cuerpo
soy un esclavo al que se paga en afrodisacos y en música
y no tengo ocupación más importante que cubrir tus nalgas con la palma de mi mano
he buscado el tono, el ritmo con que penetro en cada susurro, en cada grito de ciervo
en la vagina inconfundible y sin embargo fundiéndose como se quema el oro de un sol interno
he inventado la historia de que eras una actriz debutante y que debías acostarte conmigo, tu empresario
he inventado que se abría el telón y estábamos bajo los focos eyaculando líquidos diversos
he inventado que una mujer delgada y nerviosa, en bikini negro,
con botas de cuero y látigo de lana merina y de yute te azotaba el culo
he inventado que no parecía suficiente y que ella y su empresario deliberaban como hacerte gozar
y que habían decidido practicar sexo para ti, por detrás, pero frente a un espejo en el que tú todo veías
y al mismo tiempo yo era un simio sexualmente superdotado
que sabía ser brutal sobre tu cuerpo y delicado en sus besos a tus oídos
no sé en qué momento hemos gozado, no encuentro sentido a la vida, si no fuera por el sexo.
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